sábado, 14 de noviembre de 2015

LA COMEDIA DE LOS ERRORES

Se trata de la obra más corta de Shakespeare.

La obra no se lee como salida de la cabeza de un aprendiz. Es una elaboración refinada y mejorada de la obra de Plauto.

En esta obra Shakespeare combina Los Menecmos de Plauto con atisbos del Anfitrión, también de Plauto, ofreciéndonos el absurdo de dos pares de gemelos idénticos. Es una adaptación rocambolesca y simpática de la obra “plautiana”, breve, concisa en tiempo y espacio y ruidosamente la mejor de todas las comedias de Shakespeare (en mi opinión).

El astracán va de un Antífolo de Siracusa que llega a Éfeso con su esclavo Dromio; en Éfeso se encuentra otro Antífolo, hermano gemelo del de Siracusa y que también tiene un esclavo llamado Dromio, gemelo del otro Dromio.

El siracusano con su esclavo, ambos han ido a Éfeso a ver si encuentran a sus respectivos hermanos. Para enredar más, Egeón de Siracusa también ha ido a Éfeso con el propósito de encontrar a sus dos hijos que son los dos Antífolos; Egeón es arrestado por el duque de Éfeso que lo condena a ser decapitado. No hay que pasar por alto que Éfeso y Siracusa son ciudades enemigas.

Este último detalle plantea un escenario bastante alejado de la obra de Plauto.

El duque reitera que Egeón perderá su cabeza a menos que se pague un rescate de cien marcos.

Egeón cuenta al duque un fantástico suceso, disparatado. Un naufragio ocurrido hacía ya veintitrés años; en ese accidente la familia quedó separada, marido y mujer con los gemelos.

Los gemelos Antífolos son dos gotas de agua, aunque distintos por dentro. El de Siracusa tiene un temperamento metafísico. El de Éfeso todo lo contrario.

Y es aquí donde Shakespeare se aparta de Plauto.

En la comedia nadie resulta herido, salvo un exorcista charlatán, un tal Pinch.

Shakespeare no ofrece indicio alguno acerca de la identidad de la abadesa de Éfeso que es la madre perdida de los Antífolos hasta que ella misma decide declararlo.

Esta comedia de contenido improbable e imposible, es también uno de los puntos de arranque de la reinvención de lo humano por Shakespeare.

El gemelo visitante observa: “Me perderé por ahí y vagaré mirando la ciudad” [I will go lose myself, and wander up and down to view the city]. No se pierde uno a sí mismo para encontrarse en “La comedia de los errores”.

Al final de la obra los dos Dromios están encantados el uno con el otro, pero la respuesta de los Antífolos sigue siendo muy enigmática.

Antífolo de Siracusa se enamora para reencontrarse, presagiando el patrón erótico que será satirizado en “Penas de amor perdidas”. La paradoja cristiana que Shakespeare esquiva en “La comedia de los errores” se descubre en esa otra obra:

<<Por una vez perdamos nuestros juramentos para encontrarnos a nosotros mismos,
O si no, nos perderemos a nosotros mismos para encontrar nuestros juramentos.
Está en la religión ser así perjuros;
Pues la caridad misma cumple la ley;
¿Y quién puede separar el amor de la caridad? >>

Esto no es precisamente lo que San Pablo predicaba con aquello de “el que ama a otro ha cumplido la ley”, pero “Penas de amor perdidas”, no es más paulina que “La comedia de los errores”, ni mucho menos. Antífolo de Siracusa ama a Luciana no para cumplir la ley, sino para cumplir la transformación, para ser creado de nuevo.

Shakespeare nos lleva de la mano a la hilaridad en un diálogo entre el Antífolo de Siracusa y Dromio en torno a la moza de la cocina, Nell, que confunde al visitante Dromio con su marido, Dromio de Éfeso.

La escena del reconocimiento, empuja al asombrado duque a la reflexión más profunda de la comedia:

<<One of these men is genius to the other;
And so of  these, which is the natural man,
And which the spirit? Who deciphers them? >>

[<<Uno de estos hombres es el genio del otro;
Y así, de éstos, ¿Cuál es el hombre natural,
Y cuál el espíritu? ¿Quién los descifra? >>]

Shakespeare empieza por no dar a los Antífolos ninguna reacción ante su reunión. El de Siracusa ordena a su Dromio: “Abraza a tu hermano aquí presente; regocíjate con él” [Embrace thy brother there; rejoice with him”]. Pero después sale con su propio hermano, sin abrazos ni regocijos. No cabe duda que el Antífolo de Siracusa está más interesado en perseguir a Luciana, de igual modo que el de Éfeso prefiere volver a su esposa. La frialdad de los Antífolos es impresionante en contraste con la reunión de los Dromios, con la que Shakespeare culmina su comedia.

<<Dromio de Siracusa.      Hay una amiga gorda en la casa de tu amo,
                                               Que me cocinó en tu lugar hoy en el almuerzo;
                                               Ahora será mi hermana, no mi esposa.

Dromio de Éfeso.                Me parece que eres mi espejo, no mi hermano:
                                               Veo por ti que soy un joven de rostro dulce.
                                               ¿Quieres entrar a ver sus chismes?

Dromio de Siracusa.           Yo no, señor; sois el mayor.

Dromio de Éfeso.                Echaremos a pajas cuál es el mayor; hasta entonces, id vos primero.

Dromio de Éfeso.                Bien pues, y así:
                                               Vinimos al mundo como hermano y hermano,
                                               Y ahora vayámonos mano sobre mano no el uno delante del otro. >>

Los dos Dromios han tenido que aguantar muchos golpes de los Antífolos a lo
largo de la comedia, y el público queda contento de verlos salir de tan buen
humor. Cuando el Dromio de Éfeso dice: “Veo por ti que soy un joven de rostro
dulce”, también lo vemos nosotros.

No se busque en la comedia preocupaciones de hoy, sociopolíticas o de otra
índole; pero no deja de ser conmovedor que Shakespeare, desde el comienzo,
prefiera sus payasos a sus mercaderes.