LA COMEDIA DE LOS ERRORES
Se trata de la obra más corta de Shakespeare.
La obra no se lee como salida de la cabeza de un aprendiz.
Es una elaboración refinada y mejorada de la obra de Plauto.
En esta obra Shakespeare combina Los Menecmos de Plauto con
atisbos del Anfitrión, también de Plauto, ofreciéndonos el absurdo de dos pares
de gemelos idénticos. Es una adaptación rocambolesca y simpática de la obra “plautiana”,
breve, concisa en tiempo y espacio y ruidosamente la mejor de todas las
comedias de Shakespeare (en mi opinión).
El astracán va de un Antífolo de Siracusa que llega a Éfeso
con su esclavo Dromio; en Éfeso se encuentra otro Antífolo, hermano gemelo del
de Siracusa y que también tiene un esclavo llamado Dromio, gemelo del otro
Dromio.
El siracusano con su esclavo, ambos han ido a Éfeso a ver
si encuentran a sus respectivos hermanos. Para enredar más, Egeón de Siracusa
también ha ido a Éfeso con el propósito de encontrar a sus dos hijos que son
los dos Antífolos; Egeón es arrestado por el duque de Éfeso que lo condena a ser
decapitado. No hay que pasar por alto que Éfeso y Siracusa son ciudades
enemigas.
Este último detalle plantea un escenario bastante alejado
de la obra de Plauto.
El duque reitera que Egeón perderá su cabeza a menos que se
pague un rescate de cien marcos.
Egeón cuenta al duque un fantástico suceso, disparatado. Un
naufragio ocurrido hacía ya veintitrés años; en ese accidente la familia quedó
separada, marido y mujer con los gemelos.
Los gemelos Antífolos son dos gotas de agua, aunque
distintos por dentro. El de Siracusa tiene un temperamento metafísico. El de
Éfeso todo lo contrario.
Y es aquí donde Shakespeare se aparta de Plauto.
En la comedia nadie resulta herido, salvo un exorcista
charlatán, un tal Pinch.
Shakespeare no ofrece indicio alguno acerca de la identidad
de la abadesa de Éfeso que es la madre perdida de los Antífolos hasta que ella
misma decide declararlo.
Esta comedia de contenido improbable e imposible, es
también uno de los puntos de arranque de la reinvención de lo humano por
Shakespeare.
El gemelo visitante observa: “Me perderé por ahí y vagaré
mirando la ciudad” [I will go lose myself, and wander up and down to view the
city]. No se pierde uno a sí mismo para encontrarse en “La comedia de los
errores”.
Al final de la obra los dos Dromios están encantados el uno
con el otro, pero la respuesta de los Antífolos sigue siendo muy enigmática.
Antífolo de Siracusa se enamora para reencontrarse,
presagiando el patrón erótico que será satirizado en “Penas de amor perdidas”.
La paradoja cristiana que Shakespeare esquiva en “La comedia de los errores” se
descubre en esa otra obra:
<<Por una vez perdamos nuestros juramentos para
encontrarnos a nosotros mismos,
O si no, nos perderemos a nosotros mismos para encontrar
nuestros juramentos.
Está en la religión ser así perjuros;
Pues la caridad misma cumple la ley;
¿Y quién puede separar el amor de la caridad? >>
Esto no es precisamente lo que San Pablo predicaba con
aquello de “el que ama a otro ha cumplido la ley”, pero “Penas de amor perdidas”,
no es más paulina que “La comedia de los errores”, ni mucho menos. Antífolo de
Siracusa ama a Luciana no para cumplir la ley, sino para cumplir la
transformación, para ser creado de nuevo.
Shakespeare nos lleva de la mano a la hilaridad en un
diálogo entre el Antífolo de Siracusa y Dromio en torno a la moza de la cocina,
Nell, que confunde al visitante Dromio con su marido, Dromio de Éfeso.
La escena del reconocimiento, empuja al asombrado duque a
la reflexión más profunda de la comedia:
<<One of these men is genius to the other;
And so of these,
which is the natural man,
And which the spirit? Who deciphers them? >>
[<<Uno de estos hombres es el genio del otro;
Y así, de éstos, ¿Cuál es el hombre natural,
Y cuál el espíritu? ¿Quién los descifra? >>]
Shakespeare empieza por no dar a los Antífolos ninguna
reacción ante su reunión. El de Siracusa ordena a su Dromio: “Abraza a tu
hermano aquí presente; regocíjate con él” [Embrace thy brother there; rejoice
with him”]. Pero después sale con su propio hermano, sin abrazos ni regocijos.
No cabe duda que el Antífolo de Siracusa está más interesado en perseguir a
Luciana, de igual modo que el de Éfeso prefiere volver a su esposa. La frialdad
de los Antífolos es impresionante en contraste con la reunión de los Dromios,
con la que Shakespeare culmina su comedia.
<<Dromio de Siracusa. Hay
una amiga gorda en la casa de tu amo,
Que
me cocinó en tu lugar hoy en el almuerzo;
Ahora
será mi hermana, no mi esposa.
Dromio de Éfeso. Me
parece que eres mi espejo, no mi hermano:
Veo
por ti que soy un joven de rostro dulce.
¿Quieres
entrar a ver sus chismes?
Dromio de Siracusa. Yo
no, señor; sois el mayor.
Dromio
de Éfeso. Echaremos a pajas
cuál es el mayor; hasta entonces, id vos primero.
Dromio
de Éfeso. Bien pues, y así:
Vinimos
al mundo como hermano y hermano,
Y
ahora vayámonos mano sobre mano no el uno delante del otro. >>
Los
dos Dromios han tenido que aguantar muchos golpes de los Antífolos a lo
largo de
la comedia, y el público queda contento de verlos salir de tan buen
humor. Cuando
el Dromio de Éfeso dice: “Veo por ti que soy un joven de rostro
dulce”,
también lo vemos nosotros.
No se
busque en la comedia preocupaciones de hoy, sociopolíticas o de otra
índole;
pero no deja de ser conmovedor que Shakespeare, desde el comienzo,
prefiera
sus payasos a sus mercaderes.